Las caras de Bélmez son un fenómeno considerado por muchos como paranormal, que consistió en la aparición de pigmentaciones, identificadas como rostros, en el suelo de una casa ubicada en Bélmez de la Moraleda (Jaén, España). Parapsicólogos de todo el mundo se han interesado por el fenómeno denominado "teleplástias". El suceso fue considerado como el fenómeno paranormal más importante del siglo XX.
El 23 de Agosto de 1971, Doña María Gómez Cámara de Pereira, propietaria de la vivienda situada en la Calle Real número 5, descubrió en el suelo de cemento de la cocina una extraña mancha con aspecto de un rostro humano. Aquella cara, aparentemente de varón, tenía los ojos y la boca abiertos y unos largos trazos oscuros a modo de bigotes, que recibió el nombre de "La pava". María muy asustada, avisó inmediatamente a su familia y vecinos que a su vez trasmitieron la noticia al resto de los habitantes del pueblo. Unos aseguraban que era el rostro del Santo Cristo que se había aparecido milagrosamente. Otros afirmaban que era el retrato de un muerto que había sido enterrado vivo en aquel lugar.
Miguel Pereira, hijo de la propietaria de la vivienda, tomó la decisión de deshacerse de aquella cara picando el cemento donde reposaba el rostro. Sin embargo, según las declaraciones de los protagonistas, la supuesta cara reapareció días más tarde.
En septiembre, el diario "El Ideal" de Jaén publicaba la primera noticia sobre las extrañas caras bajo el título "Un rostro que aparece y desaparece de un fogón" donde se explicaba detalladamente que el mismo rostro había vuelto a resurgir en el mismo lugar en tan solo siete días. A su vez, el diario "ABC" publicaba en sus páginas que las caras de Bélmez se habían convertido en una lucrativa atracción turística.
Las reacciones no se hicieron esperar y fueron miles los curiosos que se acercaron a contemplar las misteriosas caras.
En los días siguientes, nuevos rostros surgieron en el suelo de la cocina y el pasillo de la casa. Aparecían y desaparecían, se desplazaban o se transformaban en otros.
Ante la magnitud que estaba alcanzando el acontecimiento, empezaron las investigaciones del fenómeno. El primer rostro había sido extraído de la casa para ser examinado y en los primeros resultados nadie detectó ni pintura ni ningún material añadido que acusara a las caras como fraude. Se llegó a solicitar una prueba para detectar si el supuesto fenómeno tenía que ver con algún tipo de manifestación de carácter radioactivo pero la respuesta vuelve a ser negativa.
Tras los resultados negativos de las anteriores pruebas, comienzan los trabajos de excavación en la casa. Durante estos trabajos aparecieron los primeros huesos de restos humanos, huesos de niños y ni un solo cráneo. Y a su vez, una nueva figura surgía del suelo con forma de feto.
El gran revuelo que estaba causando el fenómeno obligó a precintar la casa ante notario durante tres meses para comprobar la evolución del fenómeno. Pasado este periodo de tiempo, y ante la sorpresa de todos, algunas caras habían desaparecido y otras nuevas se habían formado.
La noticia se extendió rápidamente. Radio, prensa y televisión se hicieron pronto eco del suceso y empezaron a llegar personajes y expertos del mundo de la parapsicología como Germán de Argumosa, cuyo objetivo era destapar el supuesto fraude.
En una noche de febrero de 1972, recogieron una sobrecogedora psicofonía en la que se escuchaban lamentos y gritos de niños.
El diario "El pueblo" publicaba un reportaje con el titular "Las caras hablan" y el misterio de los rostros se había convertido en fenómeno sociológico con la visita de diez mil personas al día.
El 25 de febrero de 1972, el diario "El pueblo" terminó con el misterio de las caras de Bélmez sacando su propia conclusión: son pinturas realizadas a base de cloruro y nitrato de plata sometidas a luz ultravioleta. Lo que hizo que poco a poco el fenómeno se convirtiera en motivo de burla y sufriera una bajada de interés mediático como de turismo.
Las autoridades sabían que no existía fraude alguno pero se encargaron de silenciar y desprestigiar el
el fenómeno de las caras de Bélmez para detener la histeria colectiva que había generado, la llamada "Operación Tridente", lo que llevó a aquellos rostros a que cayeran en el olvido pasados unos años.
En 1990, los periodistas Lorenzo Fernández e Iker Jiménez empezaron a investigar de nuevo en el caso ya que las caras seguían apareciendo tras haberse destapado el supuesto fraude.
En 2014 el programa de televisión Cuarto Milenio realizó una exhaustiva investigación demostrando la veracidad de las caras. Dos científicos analizaron, ante notario, las caras con el fin de descubrir el posible fraude. Tras extraer las muestras pertinentes (los dueños de la casa dieron permiso para extraer un trozo de una de las caras), el director general de la empresa de ingeniería química Medco, José Javier Gracenea, fue el encargado de analizarlas. Su diagnóstico fue que las caras no estaban hechas con pintura y no aparecía manipulación ni elementos externos. Además, se intentó pintar las caras utilizando diferentes métodos como disolvente de hormigón, ácido clorhídrico y nitratos de plata, quedando demostrada la imposibilidad de dibujarlas mediante dichas técnicas.
A su vez, Cuarto Milenio relacionó las caras con varias muertes violentas de algunos de los familiares de María Gómez durante la Guerra Civil y que tuvieron lugar en el santuario de la Virgen de la Cabeza en Andujar (Jaén).
Una fotografía de la familia de María revela las caras que podrían ser el misterio de Bélmez. Los datos muestran una concordancia entre los rostros de Bélmez y los familiares de María Gómez Cámara.
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Concordancia Antropométrica Forense: 94% |
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Concordancia Antropométrica Forense: 94'5% |
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Concordancia Antropométrica Forense: 95% |
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Concordancia Antropométrica Forense: 92% |
María Gómez falleció el 3 de febrero de 2004. Tras su muerte las caras de Bélmez han ido sufriendo una variación desde su aparición en 1971 degradándose poco a poco hacia la momificación de sus rostros.
Los investigaciones no han podido encontrar el motivo de las pigmentaciones y el fenómeno ha seguido desafiando cualquier concepto científico.
Actualmente, aún se puede visitar la vivienda aunque permanece cerrada desde la muerte de María en 2004. Un cartel en la puerta anuncia un horario de apertura los fines de semana así como el teléfono de contacto del hijo y la nuera de María Gómez.